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¿ Dónde comer en Castro ? Dos lugares para no preguntarse
La capital del archipiélago de Chiloé es harto más que los curantos, corderos al palo y pailas marinas que han hecho famosa a la gastronomía local. Los platos típicos han dado espacio a nuevas tendencias y recuperación de espacios urbanos que no estaban completamente aprovechados. Diversidad hay en Castro y se agradece. Desde sushi a pizzas artesanales, cervecerías locales, cevicherías elegantes y las clásicas cocinerías del puerto.
Hay mucho para elegir, pero nuestro recorrido caminable, y guiados por las críticas de Tripadvisor, llegamos a un par de ellos que a continuación les presentamos:
El Mercadito de Chiloé
En la calle más cercana a la Costanera, Pedro Montt con Eleuterio Ramírez, se encuentra este restaurante que en 5 años de vida ya se ha ganado un espacio entre viajeros y críticos. La razón es sencilla y se entiende desde que entras: la calidad. El buen trato de sus jóvenes garzones se despliega por una terraza frente a la costa que, si no fuera por los cables de la electricidad, sería perfecta.
Una decena de mesas en las afueras y una cantidad equivalente puertas adentro es toda la capacidad. La casona de los años 60’, refaccionada, colorida y lúdicamente decorada, antecede a la elección de los platos. Sentados en las afueras, con el fresco viento del atardecer, nos decidimos por un caldillo de congrio. En la descripción rezaba “enjundioso” plato acompañado de papas chilotas. El resultado era mejor de lo esperado: un enorme plato lleno de caldo, mucho pescado, verduras, las mentadas papas y un sabor que se alargó tanto como el atardecer del verano sobre los montes del fiordo de Castro.
Los precios van desde los $7000 pesos en adelante y por la cantidad de comida no da para sentirse defraudado. Mucho menos su calidad. Hay una serie de bebidas para acompañar desde jugos naturales, cervezas regionales y una completa carta de vinos. Está abierto todos los días desde las 19 horas, durante épocas veraniegas o de fines de semana largo, conviene reservar mesa.
Cafetería Brújula del Cuerpo
En la esquina sur poniente de la plaza de Armas hay una gran casona de dos pisos desde la que salen personas felices con conos de helados. Es la cafetería Brújula del Cuerpo, bien famosa por sus preparaciones artesanales de helados de borgoña, yogur de arándano, caipirinha, maqui con harina tostada y unos 140 sabores bien diferentes que van siendo vendidos de manera aleatoria durante todo el año. Una especie de “random” del helado.
La Brújula no sólo vive de helados. Los dos pisos tienen decenas de mesas en que se puede degustar enormes pasteles, küchenes y tortas. Aprovechamos la visita para saborear un tazón enorme de chocolate italiano -más parecido a un flan que a leche en estado puro- con un pie de limón.
La panorámica de las otras mesas incluía sándwiches y ensaladas de enormes tamaños. Enormes realmente, ideales para esa hambre que se abre aún más cuando el clima es frío. Abierto de martes a sábados durante todo el día y hasta medianoche.
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